dimarts, 7 d’agost del 2007

Joaquim Baldrich en las redes de evasión británicas

Claude Benet

Precedentes
Joaquim Baldrich (Quimet), nació el 2 de febrero de 1916 en Pla de Cabra (Tarragona), actualmente Pla de Santa Maria. Era hijo de “cal Salas”, una modesta casa de campesinos. Tenías dos hermanos y una hermana más jóvenes. Su gran afición de juventud fue el ciclismo.
Antes de la Guerra Civil Española Quimet ya militaba en la CNT, como todos sus compañeros del pueblo. Nunca tuvo ningún cargo pero participó en las reuniones que el sindicato organizaba en Barcelona. Quimet fue voluntario a la guerra, en Aragón, formando parte de la columna Tierra y Libertad. Esta fue trasladada a Madrid y, con muchos de sus compañeros, pasó a formar parte de la 77 Brigada de Cipriano Mera. En marzo de 1937 participó en la Batalla de Guadalajara, una de las victorias republicanas más importantes. Según recuerda Quimet fueron cinco días de lucha feroz, con muchas bajas. Después fue destinado al llamado Cuerpo de Tren porqué tenía permiso de conducir.
El día que acabó la guerra (1 de abril de 1939) Quimet y un compañero partieron desde Aranjuez (Madrid) hacia Tarragona a pie. Los tres meses siguientes los pasaron escondidos en el bosque de Poblet (Baix Camp), hasta que decidió exiliarse en Andorra donde entró el 15 de agosto de 1939 por Setúria (Pal, Andorra). Allí se encontró con Pep de casa Colat que estaba segando. Este le dio cobijo en el momento en que empezaba a llover muy fuerte y le ofreció butifarra. Quimet trabajó de campesino durante una larga temporada en “Cal Cremat” de Anyós (La Massana, Andorra), pero dejó el trabajo y se busco un “puesto” de contrabandista. El contrabando le permitía ganar más dinero y mantener la familia. Poco tiempo antes su mujer se havia trasladado a Andorra para vivir con él.
Las rutas del contrabando lo llevaron hasta Vallcebollera (Alta Cerdaña, Francia). Pasaban todo tipo de productos: “crucifijos, piedras de mechero, tul para hacer vestidos de mujer, vestidos de obispo y gorros, perfumería (que daba muchos duros), bidones de 45 o 50 quilos, tabaco y neumáticos de camiones que se clavaban en el cuello por qué iban sin envolver.”

Del paso clandestino de productos al paso de evadidos.
Un día en que Quimet estaba bajo el puerto de Toses (Baja Cerdaña) haciendo contrabando encontró un grupo de gente perdido que le pidió ayuda. Los acompañó hasta “Cal Brau”, en Guardiola de Berguedà (El Berguedà), y les compró 25 billetes de tren para que fuesen a Barcelona. Posteriormente Quimet se encontró con un refugiado catalán al que había conocido en alguna reunión de la CNT en Barcelona. Se llamaba Josep i vivía en Ussat les Bains (Arieja, Francia). Este hombre, que ayudaba a grupos de evadidos que querían entrar en España, le propuso formar parte de una línea de evasión para hacer de pasador.
La línea estaba formada por Antoni Forné, quien recibía el aviso de la llegada de los grupos de evadidos. Josep Mompel y Antoni Conejos los conducían desde Luzenac (Arieja, Francia) hasta el Serrat o Llorts (Ordino, Andorra). Allí los recogía la organización de Forné y los hermanos Momné del hotel Palanques de la Massana. A continuación Quimet o Salvador Calvet conducían los grupos hasta Barcelona.
Se utilizaban muchos itinerarios diferentes, pero todos confluían en la estación de Manresa. A veces salían del Mas de Alins (Sant Julià, Andorra) hacia Sant Joan Fumat (Alt Urgell), Castellciutat, la Vansa y Tuixen para dirigirse, por la Conca del Llobregat, hacia Manresa. Evitaban casi siempre los pueblos y paraban en muchas masías en las que encontraban acogida y complicidad. Otro itinerario se iniciaba en Encamp (Andorra) por la brecha de Joan Antoni y los Pessons, e iba hacia Ger (Cerdaña) y Alp. A veces cogían el tren en esta localidad. Otras veces continuaban hacia Toses y Guardiola de Berguedà. Allí comían y dormían en “Cal Brau”. Finalmente llegaban a Manresa y pasaban justo al lado de la fábrica Pirelli para ir a la estación, coger el tren hacia Barcelona e ir al Consulado Británico, situado en la plaza Urquinaona.
Los británicos pagaban 3.000 pesetas por cada persona que llegaba a Barcelona. Pero de esta importante cantidad había que descontar los diferentes gastos del viaje: billetes, manutención, ropa y sobornos, y repartirla entre los diferentes miembros de la línea. Joaquim dice haber ayudado a pasar unas 340 personas desde Andorra a Barcelona. Esta orgulloso de no haber perdido nunca a nadie.

Después de la Segunda Guerra Mundial.
El trabajo de pasador acabó al final de la guerra pero el contrabando continuó 24 años más. Al mismo tiempo, con un socio, compraron un camión y empezaron a trabajar de transportistas. El negocio prosperó y llegaron a tener 9 camiones. Durante un tiempo fue miembro de la asociación “Passeurs et Filièristes Pyrénéens et Andorrans”, actualmente desaparecida. Nunca ha recibido condecoración alguna ni ningún reconocimiento por parte del gobierno Británico. Sólo un monumento y una plaza inaugurada en el 2006 en la Massana, delante del Hotel Palanques, recuerda el importante trabajo que llevaron a cabo él y sus compañeros de línea.

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